Corriente
artística de la segunda mitad del siglo XX, que se caracteriza, a grandes
rasgos, por el empleo de materiales, formas y técnicas modernas combinadas
según las sutilezas compositivas y simbólicas de los estilos clásicos.
Es el arte
propio de la postmodernidad, teoría
socio-cultural que postula la actual vigencia de un periodo histórico que
habría superado el proyecto moderno, es decir, la raíz cultural, política y
económica propia de la Edad Contemporánea, marcada en lo
cultural por la Ilustración, en lo político
por la Revolución francesa y en lo económico por la Revolución industrial.
La
posmodernidad es el rechazo al racionalismo de la pureza, de la abstracción
formal, del compromiso social. Se trasladó al campo de las artes plásticas
defendiendo el principio de libertad absoluta para el creador y eliminación de
las modas e ismos.
Dentro
del arte posmoderno hay una gran variedad estilística y conceptual, los
diversos movimientos que lo integran –y dentro de éstos los diferentes
artistas, cada uno con su sello personal– son heterodoxos y diversificados, sin
carácter programático, cada uno con distintas finalidades y muy diversas
peculiaridades. Incluso dentro de la evolución individual de cada artista.
El
gusto del posmodernismo por la figuración clásica ha llevado a muchos críticos
a considerar este movimiento como una simple corriente reaccionaria, semejante a
la que se produjo durante los regímenes fascistas del la década de 1930. Sin
embargo, otros especialistas se inclinan a considerarlo una actitud propia de
su época, caracterizada por el escepticismo político, la invasión de la
información y la pérdida de inocencia respecto a los mensajes mesiánicos de las
vanguardias históricas.
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